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Clara Peeters

Según la tradición recogida por Plinio el Viejo en su Historia Natural, la pintura fue una invención femenina: la joven hija del alfarero Butades Sicyonius trazó sobre un muro el contorno de la sombra del rostro de su amado cuando partía para lejanas tierras.

El primer ejemplo de una obra de arte firmada por una mujer se remonta a la Alta Edad Media. Normalmente los artistas de esta época no firmaban sus obras, pero en el ejemplar del Comentario del Apocalipsis de Beato de Liébana, que se conserva en la Catedral de Gerona (975), aparecen dos nombres: Ende, «pintora y sierva de Dios» y el del monje Emeterio.

En el siglo XV comenzó a producirse en Italia un cambio en la valoración social del artista, que se extendió luego por todo el Renacimiento y el Barroco. No obstante, a las mujeres se les vetaba el conocimiento de Geometría, Física, Aritmética y Anatomía, esta última totalmente prohibida para la mujer para que no pintaran figuras desnudas. Además, presentaban una gran dependencia de los varones siendo sus padres, sus maridos o un protector los responsables de los talleres de pintura.

Otras mujeres fueron damas y artistas de las cortes reales, a quienes no les importaba ser mecenas de un hombre o una mujer, ya que no cobraban extra por realizar las obras.

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Rachel Ruysch